La primer noche
Tras llegar un mensaje de “estoy abajo” sentí el ascensor y seguido un “¿a qué piso voy?” Quedamos en encontrarnos en mi dirección pero jamás nombre mi casa. Ya me cayó mal y me arrepiento que este sábado lluvioso me haya llevado a tal punto de aburrimiento de querer salir con alguien. Veo cómo pasa el ascensor desde mi puerta y decido esperar para que no distinga dónde vivo. Bajo por las escaleras un par de pisos, pero no todos, vivo en el noveno, mejor ya pido el ascensor. El ascensor sube vacío, por suerte y bajo. Se corre la puerta de seguridad y tras la pequeña ventana de la puerta hacia hall lo veo frente al espejo, inquieto, su rostro y físico delgado parecen ser del nerd poco popular de la secundaria, sobre todo en su rostro que no logro distinguir si tiene aires de campeón o de esas personas ideales pero que son tan puras y sumisas que terminan por no gustarnos. Abro la puerta y camino muy veloz hacia el y pienso en ser simpática y agradable porque, bueno, ya está aquí, perderé el tiempo, pero déjale un bonito recuerdo.
Doy unos pasos rápidos hasta que llego y lo abrazo.
¿Qué hago?
Mis brazos rodean totalmente su cintura por su delgadez, mi cabeza en su pecho y mis ojos cerrados. Apretándolo con fuerza.
Hace mucho que no me siento tan en paz con un abrazo, de esos que te hacen sentir en casa, pero claro, si estoy en mi casa.
No siento el corazón acelerado como cuando por fin logras acercarte a quien te gusta, no estoy nerviosa, que es prácticamente mi estado natural, estoy en calma, como si estos brazos fueran mi terapia y me absuelven de todo lo que pesa.
Nuestro abrazo duro unos minutos, lo suficiente como para que la luz automática del hall se apagase y quedáramos casi a oscuras con la tenue luz de la calle que entra por los ventanales.
No quiero dejar de abrazarlo y tampoco sé que decir o cómo explicarlo.
- Vaya saludo - le escuché decir y nos apartamos, a lo que solo me salió contestar - me gusta abrazar -
Y nos sentamos en el sillón y le expliqué que no lo invité a mi casa, lo invité al sillón del hall porque no llevo desconocidos a casa pero si los abrazo.
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