El último viaje.



 Me siento casi al fondo a la Derecha, donde solíamos sentarnos. Me coloco los audífonos para disimular que estoy esperando que él también suba, escojo la canción de Ed Sheeran que alguna vez le dediqué y sigo esperando.
 El colectivo sale de la ciudad, él siempre sube una parada después,  siento que frena  y los nervios se apoderan de mi, pero sólo era para cruzar las vías del tren, se pone en marcha nueva mente y sí, ésta vez sí.
 Lo observo por la ventana como se despide de sus padres, su madre, triste, él, es el último en subir, paga el boleto y camina por el pasillo muy lentamente, recorriendo con la mirada los asientos, como buscando un lugar libre, pero sé que no, sé que me está buscando… y me encuentra, me atrapa observándolo, hago un pequeño gesto de cortesía con la cabeza y se sienta varios asientos adelante. Me suena el celular _ “tenías razón, es horrible viajar separados“_ no creo que esto sea peor que la otra vez, porque estábamos juntos e íbamos separados, ahora, esto tendría que ser lo normal.
 El chofer apaga casi todas las luces dejando una prendida en el fondo, el frío entra con más fuerza cada vez que aprieta el acelerador, la obscuridad de la ruta nos apaga y me fuerza a pedirle que venga a donde estoy... quiere que vaya porque "le gusta ir del lado de la ventana” pero sé que no, no quiere levantarse y que lo vean venir. No lo entiendo pero lo ignoro porque la tristeza me puede más, así que voy.

 El abrazo fue largo y doloroso, estuvimos la mayor parte del tiempo en silencio, aprovechando el momento, porque sabíamos que era la última vez. Su calor en pleno invierno, su perfume, sus manos apretando con fuerza... quería aprovechar cada segundo de todo eso, quería recordarlo para siempre.
 Silencio, varias lágrimas y más silencio, un viaje de 2 horas y media se volvió muy corto, siento que con esto no me alcanza, me falta tiempo, pero tomé fuerza para no aceptar su propuesta de seguir con él, para qué?  ¿Para qué una noche más si en el día no somos? una noche más para recordar y al segundo intentar olvidar. ¿Para qué?
 Antes de levantarme apreté con fuerza el collar que me regaló y le pedí que hiciera lo mismo, para que ese frasco llevara más que nuestros nombres.
No sé si él estaba triste o lo entristecía la situación.
Me bajé. No logré ver si me miraba, y desde entonces nunca más lo volví a ver.

 A medida que fue pasando el tiempo su odio hacia mi fue creciendo, tan rápido como yo me enamoré de él y más rápido de lo que él se enamoró de mi. Lo dejé ir y se llevó gran parte de mi ser, aunque el no la quiera, y aunque yo la necesite.

_ Nunca voy a dejar de buscarte cuando me suba al colectivo_ dijo lleno de angustia.
_ Vas a ver que sí, en un tiempo no te vas a acordar de mi_ afirme.
_ Te juro que no.




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